
Reflexión acerca una experiencia basada en el Trabajo de Constelaciones de Bert
Hellinger en España. Trabajo de campo psíquico y aplicación de los Órdenes del amor a
lo social, la historia. La búsqueda de las raíces de la ETA de los Países Vascos y el arte de uno de sus fundadores, el escultor Oteiza, antes que la ETA tomara la armas.
Ha pasado más de un mes en que escribí estas palabras, durante ese tiempo la Comisión
científica de Agba, liderada por Myriam Guiter, con la compañía y el respaldo
permanente de nuestra presidenta Marta Slemenson han programado una serie de
encuentros mensuales para compartir lo ocurrido en las mesas del Congreso.
Supongo que en otro lugar de esta misma publicación encontrarán el programa, si
pueden no dejen de asistir, contiene la esencia de lo vivido, un montón de material y el
deseo generoso de compartirlo. ¿Qué más?
A mí me tocó en septiembre compartir un viernes lo ocurrido en la mesa que coordiné y
también intercambiar desde una aproximación "espiritual" algo de lo ocurrido durante
los días del Congreso.
Algunas reflexiones o respuestas a preguntas, todas "cuestiones básicas" como le
gustaba llamar a Laing a esos temas de siempre vistos desde otros puntos de vista, ya
que preguntarnos acerca de lo mismo y escucharnos con otras palabras va configurando
una "otra Gestalt" que nos indica algo esencial: en el territorio de lo que llamamos
desarrollo espiritual lo que parece blanco puede ser negro y lo que parece negro puede
ser blanco, así matices, variedades y dimensiones comienzan a activarse. Todos
seguimos renovando, liberándonos y profundizando nociones dentro de un enfoque que
no deja de contenernos.
Woody Allen una vez dijo: "morir es como dormir, pero sin levantarse a hacer pis", y
nosotros aquí seguimos levantándonos a veces poco dormidos e indudablemente vivos.
Graciela Cohen
Desde los altos de Luz de Luna
27/05/2007
Trascendencia y Gestalt
La Plenitud del Vacío
Agradezco el impulso recibido por Marta Slemenson, presidenta del X Congreso
Internacional de Gestalt realizado y a Miryam Guiter, directora del Coloquio Gestáltico
de Bs. As y Secretaria científica de la Asociación Gestáltica de Bs. As. Con ambas
colegas formé parte de la Comisión Científica del último evento internacional, como
miembro de esta comisión habíamos decidido sólo ocupar el lugar de anfitriones en esa
re-unión pero al contarles algunos pormenores de la travesía que podrás leer abajo,
ambas y por separado me estimularon a escribirlo. Es así como el presente trabajo es un
fragmento del leído en una Mesa de Simposio llamada Trascendencia y Gestalt y que en
dicho evento coordiné.
Pequeño relato de autora
“¿Cómo narrar el viaje y describir el río a lo largo del cual existe el viaje, de modo que
resalte en el texto aquella fase más recóndita y duradera del evento, aquella donde el
evento sin comienzo ni fin nos desafía móvil e inmóvil?” Osman Lin
De un modo invisible, la vida me llevó a conocer al genial escultor Jorge Oteiza y su
pasión de vivir del lado de los valores que le dan sentido a este asunto de actuar en la
comunidad de los hombres. Me sentí muy impactada al encontrarme frente a una de sus
obras en la cima de un monte en San Sebastián, una atalaya abandonada y entregada a la
cuna de la existencia.
Escribí este artículo también como un homenaje a su tarea.
A través del relato de una búsqueda, que concluye en el encuentro de esta obra, "fuera
de catálogo", intento expresar que al vivenciar nuestra capacidad de trascendencia nos
vinculamos directamente con nuestro potencial curativo.
Comencemos por el principio.
Aquellos que están cerca de mí conocen del respeto que siento hacia el trabajo de Bert
Hellinger. Al observar la enorme influencia que ha logrado me lleno de entusiasmo y
cautela debido a las dimensiones que este trabajo abarca. Mi manera de honrarlo y no
debilitar sus posibilidades es enfocar el trabajo de Constelaciones Familiares como una
investigación abierta. Creo que en muchos niveles lo que de él puede desprenderse
sobrepasa por ahora nuestra capacidad de comprensión.
Actualmente mis reflexiones son acerca de la metodología utilizada y la increíble
apertura que ocurre en ese espacio único, formado por el paciente, los representantes,
los testigos y el facilitador, llamado "el campo del representante".
Respecto a la teoría que sustenta los Órdenes del amor y la interdependencia vinculante
que allí se muestra he obtenido la suficiente claridad en relación a su práctica como para
sentirme segura. En cambio al testimoniar una y otra vez lo que ocurre al desplegarse el
campo del representante y a su grandeza envolvente, me sigo sosteniendo en un
"espíritu de aventura que me mantiene siempre a la espera".
Sé que contamos con el enfoque chamánico, cuántico, mítico y místico para abordarlo,
he leído y experimentado todo lo que he podido, aun así prefiero confiar en mí misma y
no encerrarme en ningún sistema de comprensión si todavía no logro sentir esa "libertad
de aire fresco" que siento cuando llego a un terreno familiar.
Siempre estoy muy dispuesta a conversar estos temas con colegas que también están
atraídos por este trabajo. Me interesa saber cómo, los que desarrollamos nuestra tarea
dentro de las definiciones del Enfoque gestáltico, nos comprendemos a nosotros mismos
a la hora de accionar con una herramienta que considera que "tres palabras son
suficientes", como dice Hellinger, para que una persona presente su tema y un grupo de
personas que recién la conocen y no saben más que esas tres palabras, dejándose llevar
por sus sensaciones y conducidos de un modo muy especial por el facilitador, que para
hacer este trabajo deberá dejar de lado su rol de terapeuta, se hagan cargo de ese tema
permitiendo que cosas esenciales de su problemática salgan a la luz.
Si la actitud de responsabilidad es fundamental dentro del enfoque y constituye un
soporte básico para que cada quien responda a las circunstancias de la vida con un sello
personal. ¿Cómo comprendemos la noción de dicha responsabilidad allí?
Me gusta hacerme preguntas, no es una búsqueda de certezas sino por el contrario como
un modo de sentirme que continúo indagando y aventurándome en lo desconocido.
Ahora que me hago esta pregunta recuerdo por ejemplo algo que escuché de Hellinger y
que he logrado comprender: el punto de responsabilidad está en que la persona cobije
dentro de sí y sin perturbarla la imagen que surge del campo del representante.
Me pregunto: ¿Cómo hace una persona para lograr semejante esfuerzo de conciencia sin
interrumpirse?... esta actitud es una realización en la que nuestra conciencia debe
madurar y aunque la imagen que surja no sea completa, el punto de responsabilidad
estará dado en que la persona se dé la posibilidad de esperar el tiempo suficiente para
que actúe en ella el proceso de asimilación, con su dinamismo de destrucción-
construcción, de este modo se hace posible que una nueva Gestalt aparezca dentro de sí.
O sea que en este trabajo no estamos apuntando a una transformación.
Otra inquietud así que tengo es ¿cómo no caer en la tentación del tiempo causalista al
focalizar con los ancestros?...
Estas entre otras son las cuestiones que me siguen interesando a la hora de acercarme al
trabajo de constelaciones, fue así como acepté la invitación generosa que me hiciera mi
querida amiga Suravi quien lidera, con el Dr. Svagito Liebermeinster una escuela de
Constelaciones Familiares en España y partí rumbo a Tarragona donde nos reunimos
por diez días con un grupo de discípulos de Osho y terapeutas de todas partes del
mundo. Años atrás el Maestro nos había dado los lineamientos para una Psicología que
el bautizó con el nombre de Psicología de los Budas.
Este nuevo enfoque incluía la experimentación en un grupo llamado Más allá de la
pequeña familia, ahora el trabajo de Constelaciones familiares se había convertido en
una herramienta de esta Psicología que todos los terapeutas discípulos de Osho
estábamos investigando.
Osho había desarrollado por 30 años su trabajo construyendo en sus comunas un campo
experimental único con personas de todas partes del mundo, en él podíamos evidenciar
condicionamientos locales, individuales y colectivos, tomar una oportunidad de
atravesarlos, con prácticas adecuadas para ese propósito, y reencontrarnos simplemente
con nuestra capacidad única de ser un ser humano.
Luego que Osho "dejara su cuerpo" como nos enseñó a que nombráramos su muerte,
seguimos nutriéndonos de muchas fuentes, nos había dicho: "Vayan donde encuentren
El proceso grupal que cuenta con el sello de Osho, llamado Mas allá de la pequeña
familia, estaba siendo dirigido también en Poona- India, por Svagito que a su vez se
había formado con Hellinger en Alemania, su país de origen, así fue que cuando fui
invitada a participar en ese grupo lo sentí un precioso regalo pleno de amistad y una
excelente oportunidad para continuar mi indagación.
Me entusiasmaba el hecho de participar por diez días en una convivencia terapéutico-
formativa, con personas que llegaban de Grecia, Turquía, África, India, toda Europa,
Centro América, personas pertenecientes a países cuyas guerras los obligaban a tener
dos nacionalidades, y para quienes los distintos sistemas políticos de opresión eran
constituyentes de su identidad familiar. Seres cuyos padres o abuelos, para mantenerse
con vida, habían tomado la alternativa de emigrar de un lugar a otro, por dos o tres
generaciones, amando, trabajando y procreando en diferentes sitios o personas que
pertenecían originalmente a países que atravesaron guerras no reconocidas como tal o
genocidios negados.
Por diez días y a través del trabajo de Constelaciones Familiares, unido a la práctica
meditativa, nos dispusimos a ver cómo se anudaba el amor en nuestra identidad,
seguimos la propuesta de Osho cuando nos dijo: "Sin amor y meditación la sanación no
se hace posible" y construimos una comunidad donde la presencia de lo colectivo
emergía en un presente cada día más nítido como resultado de la claridad obtenida por
nuestras prácticas meditativas.
Un día una compañera vasca pidió hacer un trabajo con su madre, el tema era un
problema de comunicación entre ellas. Me eligió como representante, puesta en la
posición de su madre empecé a sentir mucha confusión, el cuerpo cada vez más agitado,
una gran pena y conmoción me envolvía, solo tenía ganas de gritar y gritar.
Supimos entonces que esa mujer había estado internada en un psiquiátrico durante
mucho tiempo, a raíz de una gran tristeza por el asesinato de su hermano, con una
depresión severa. Dados los datos que iban apareciendo, el contexto en el que había
ocurrido ese asesinato no era ajeno a las luchas de la ETA.
Fue un trabajo de enorme intensidad y mucho dolor en el que aparecían heridas
profundas e incurables de ambos lados enemigos. Durante el resto del día me sentí libre
de identificaciones y a su vez envuelta en una extraña cercanía. Mi corazón todavía latía
en consonancia con una amistad sin fronteras.
Esa noche tuve un sueño, donde las madres de ambos lados enemigos están unas frente
a otras y solo se miran largamente, en algunas aparece una prolongada y honda tristeza,
en ellas sus rostros se hacen cada vez más nítidos, en cambio otras se van
desvaneciendo y sus presencias se pierden en la nada.
Me desperté con la certeza de que ese sueño completaba algo de lo vivido en la
Constelación, que habíamos sentido al final que "faltaba algo".
Así supe que las madres trabajando entre ellas agregarían algo básico para que la
reconciliación se haga posible.
Cuando terminaron los diez días en Tarragona volví a Madrid donde coordiné un
Encuentro en la Escuela Gestáltica que dirige mi amiga y colega Ros Bazán y luego
regresé a Buenos Aires a mi casa y mi tarea. A partir de ese momento empecé a darme
cuenta que cada vez que conocía a una persona nueva, en algún grupo, en un avión, o en
la cola del pan, era alguien que venía de los países vascos o tenía algún vasco lo
suficientemente cerca como para ser su papá o su mamá. Entonces empecé a sentir que
estaba dentro de un campo de fuerzas, y decidí volver a España cuando pudiera para
saber algo más acerca de la ETA y los vascos.
Es así que acepté una invitación para volver a Madrid para presentar un libro que me
habían publicado, esto lo menciono ya que agregado al honor que significa publicar en
otro país que el de origen, se agrega el hecho de estar con mucha gente. En todas las
ocasiones posibles y cada vez que me encontraba en un espacio de confianza e
intimidad solo preguntaba algo acerca de la ETA, algo que me dijera otra cosa que lo
habitual.
Con facilidad puedo inferir diferencias políticas y las razones de las posiciones armadas
para resolver luchas de poder, conozco el tema, lo he vivido muy de cerca y
reflexionado el suficiente tiempo como para no sentir ningún entusiasmo frente a esas
ideas.
Estaba buscando algo que no sabía bien de qué se trataba ni dónde hacerlo.... solo podía
comenzar preguntado, pero cada vez que nombraba la palabra ETA, era imposible decir
nada más, todos los que escuchaban mi pregunta me miraban asombrados por el interés,
como si estuviera moviéndome en un territorio inesperado y peligroso. Sentía el odio a
la ETA como algo inevitable y a veces vergonzoso, fue así como decidí estar atenta a
cualquier oportunidad que me llevara a los países vascos.
Entonces cuando tuve la suerte de que mi amigo y colega el Dr. Patxi Sansinnenea me
invitara a la Universidad de San Sebastián a dar una charla y coordinar un grupo en el
Instituto Gestáltico Humanista, no dudé en aceptarlo y lo impulsé todo lo que de mí
dependía.
Cuando empiezo a acercarme a ese algo que busco, que no sé qué es y presiento que
está cerca, me empiezo a sentir más despierta. Me sentía bajo esta buena señal.
Tiempo atrás Patxi me había propuesto publicar algo en euskera, lengua vasca, en una
revista Gestalt que dirigía, seguro que me iba a poder dar una pista que me ayudara.
Ni bien llegue a San Sebastián le conté y rápidamente se dio cuenta de lo genuino de mi
interés, es así que me dijo: "Te voy a presentar un colega, quizás te pueda ayudar".
Llamémoslo Pepe entre nosotros, he tratado de ubicarlo para preguntarle si no le
incomodaba que lo nombrara para esta publicación pero no lo he podido contactar,
entonces lo llamamos Pepe.
Esa misma noche Patxi me llevó a conocerlo, era un hombre grandote y un poco
encorvado, con una escucha seria y silenciosa, con ojos negros y grandes que le
bailaban en un rostro salpicado por una barba desprolija. Luego de escuchar me dijo:
"Te voy a llevar a un lugar, ahí quizás encuentres una respuesta".
Reconocí inmediatamente el valor de la propuesta y sin ninguna pregunta ni comentario
le dije: "¡Vamos!".
A la mañana siguiente Pepe se tomó el día libre, preparó su pequeño coche, dejó a sus
pacientes y me pasó a buscar. Empezamos a viajar alejándonos cada vez más de la
ciudad y dejando también atrás uno a uno pequeños pueblos.
Mientras avanzábamos Pepe me hacía breves comentarios casuales como para ubicarme
en la zona y en la vida de los pobladores, es así como me relataba alguna de sus
historias que los llenaban del encanto de una belleza milenaria y especial.
También me comentaba algunos interesantes trabajos sociales que había presentado en
la universidad. Por ejemplo, un estudio acerca de que hay igual cantidad de accidentes
de tránsito con el cinturón de seguridad que sin el cinturón y que muchas veces es peor
llevarlo puesto ya que al momento del problema "te impide moverte", me decía.
Pepe parecía un poco rudo pero era todo un caballero, enseguida se había dado cuenta
de mi rechazo a estar aprisionada con el cinturón, entonces con cautela ya que la
situación de por si era bastante rara le pregunté: ¿Y qué propusiste como conclusión de
tu trabajo? Que se regulara la velocidad de los coches como una obligación para las
compañías...”¡¡¡No más de 80 Km. por hora!!!", me dijo, le contesté que me parecía una
excelente idea y sin ningún otro comentario seguimos en silencio sabiendo juntos la
imposibilidad de implementarla.
Ahí supe algo de la esencia de ese hombre, él estaba en el mundo mostrando algo que
hay que ver... sin más. Eso me llenó de una gran confianza para seguir.
En un momento llegamos a un enorme puente debajo del cual corría un río tan vivo que
solo era posible parar, bajar y quedarnos a mirarlo en silencio.
Fue mágico, nos sentimos instantáneamente enteros.
Allí Pepe me dijo: "Te estoy llevando a un lugar al que me trajo un paciente que estuvo
ocho años preso, cuando salió de prisión, vino a verme, se había psicotizado, lo veía
seguido, había días que desaparecía y cuando volvía estaba como "normalizado",
entonces yo le decía: ‘Parece que estamos mejorando’, no me hacía ningún comentario
hasta que un día me dijo: "Voy a un lugar a descansar, allí me calmo", así pasó el
tiempo hasta que un día me animé a pedirle que me llevara, y lo hizo. Luego con gran
autoridad Pepe me siguió diciendo: "Así conocí el sitio donde vamos, él me trajo antes y
ahora yo te traigo a vos"... Sentí que algo tácito y que nos hacía cómplices comenzaba a
movernos.
En un momento la ruta por donde avanzábamos llego a su fin, nos bajamos del coche y
continuamos caminando hasta el comienzo de una difícil y pequeña subida que hicimos
apartando ramas secas, arbustos rotos y espinas sorpresivas, comenzaba lo que llamo
"un camino sin camino". Enredándonos y desenredándonos seguimos subiendo hasta
una especie de atalaya, perimetrada por enormes piedras. A pesar de estar fatigados
sentí un entusiasmo especial mirando todo lo que podía encontrar en esa tierra
abandonada, era un pequeño monte de árboles secos dialogando con el cielo.
A unos cien metros se veía una especie de cueva, dentro de ese espacio había un caballo
descansando que levantó las orejas y junto con un montón de pajaritos, salieron y se
fueron con absoluta libertad y displicencia. Eso me hizo pensar que era familiar para
ellos estar dentro del hueco que dejaron al salir. Atraída por un imán fui hasta allí y
entré, Pepe se quedó afuera como acompañando, en una especie de silencio suspendido
entre dos notas.
Era una apertura abovedada en forma de huevo con el casquete hacia arriba.
Una casamata pequeña y oval con paredes perfectamente pulidas, un espacio pequeño,
donde entraba cómodamente una persona y algo más.
En la pequeña pared del fondo se veía un hueco circular, un mandala lleno de agujeritos,
al acercarme me di cuenta que podía ser perfectamente una ventanita redonda como de
40cm de diámetros, un círculo atravesado por finos bastones en piedra relacionados en
forma aparentemente caótica que dejaban pasar la luz. Me acerqué, miré por los
huequitos luminosos y por efecto de la ilusión óptica pude ver a través de ellos,
proyectadas cruces suspendidas bailando entre los árboles, moviéndose por un viento.
Era una poderosa alucinación en el bosque.
Me quedé un rato jugando como una niña que mira el vacío entre las cosas, ese juego
con el que podemos crear un mundo nuevo si logramos la llave de la combinación
perfecta entre la figura y el fondo. ¡¡¡Había encontrado una realidad simbólica
moviéndose con suavidad entre las piedras. Sin ninguna duda estas cruces eran una
especie de invitación a encontrar un mensaje!!!!
Un enigma, una representación de la perfección del centro, piedra y vacío, vertical y
horizontal, quietud y nomadismo, real e irreal, llenos y unidos en un punto.
Al darme vuelta sentí el impacto de vivenciar "la presencia de ese círculo" que, como
una especie de aureola coronaba mi cabeza dando lugar a un sentimiento sagrado, en
este estado vi enfrente de mí algo que cuando entré no había registrado, era una especie
de tabla de piedra de aproximadamente 50 cm. de ancho por un metro de largo, que
sostenida también por piedras me llegaba a la cintura y dejaba pequeños costados libres
para moverme. Es el día de hoy que no puedo entender como no la vi... solo puedo
explicármelo por el efecto magnético de ir hacia ese círculo.
Al ubicarme ahora frente de ese bloque de piedra, aun sentía la fuerza de mi
imaginación activada vivenciando esas móviles cruces sobre mi cabeza. Cuando miré
hacia fuera desde esa posición lo único que se veía era un horizonte interminable y
celeste.
Un sentimiento ceremonial me tomó y tuve la certeza de que allí lo único que podía
ocurrir era una misa.
¡¡¡Estaba dentro de una capilla!!!.
Encontrar una definición acerca de qué es la espiritualidad en relación al enfoque
gestáltico es difícil y muchas veces innecesaria, para mí es evidente que no tiene que ver
con creer o no en Dios ni con ninguna religión organizada, ni con la vida después de la
vida. Solo sé que a lo que puedo llamar espiritual es al desarrollo de una apertura de
transformación donde un amor pleno y vacío a la vez se realiza en mí y súbitamente me
recuerda la hermosura y el cobijo de un gran beso olvidado. Eso sentí en ese momento.
Al salir mire hacia la derecha y a unos 5 metros estaba hermosamente ubicado una
especie de pequeño monolito de un metro por un metro, con unos 50 cm. de espesor.
Una de sus caras miraba hacia la abertura, era indudable su íntima relación con la
capilla oval, como si un diálogo, una nueva alianza entre la redondez y lo lineal, lo
femenino y lo masculino volviera a ocurrir y una completitud se presentara.
Perfectamente pulido a la manera de un espejo, en la cara que daba a la entrada, esta
gran piedra estaba ahuecada en un círculo perfecto, era como si la capilla se espejara allí
y volviera a entrar en el vacío.
Caminé alrededor del monolito y al bordearlo se leían unas palabras talladas en euskera
que Pepe me tradujo, allí estaba escrito:
"¡Oh, pájaro cantor a dónde estarás ahora haciendo tu canto...!"
Entonces me di cuenta que se trataba de un conjunto, una composición, una genial
escultura, una obra maestra hecha en piedra, una piedra liviana y dulce llena de una
nada.
"Siento la presencia del vacío", le dije a Pepe, "exactamente", me dijo, "el escultor que
hizo esta obra trabajaba con el vacío, la hizo en honor al sacerdote de su pueblo cuando
murió y era su amigo, es el pueblito que se ve allí", señalándome unas casitas a lo lejos.
Después agregó: "Él subió cada piedra, por el camino que nosotros hicimos, para hacer
esta obra, se llamaba Jorge Oteiza y murió a los 94 años", señalándome las piedras que
bordeaban la explanada, me dijo que eran Dólmenes, piedras que se calcula que están
allí hace más de 15.000 años.
Sentí en ese momento, una súbita comprensión acerca de cómo su paciente ahí se
equilibraba.
Ese lugar, donde el tiempo se llenaba de un silencio vivo, era como un mar adonde se
refugian las gotas que antes estaban separadas, un vacío lleno de la cultura vasca.
Misterio, piedra y esfuerzo.
Una escultura de museo genial, una obra de arte entregada para el cobijo de caballos y
pájaros, ofrecida en libertad total y anónima, abierta al cielo, al bosque, al viento, a la
amistad.
Bajamos en silencio... Me sentía plena después de haber vivido una ceremonia
intemporal, en una gran empatía.
De vuelta a Madrid me esperaba un grupo de formación que tenía programado
coordinar, en un descanso pregunté algo acerca de Oteiza, solo una psicóloga que
participaba en el encuentro lo conocía, y me dijo con gran entusiasmo: "Sí, yo fui su
vecina, viví en su pueblo cuando me casé, cuando nos encontrábamos él me decía:
"Tengo tantos líos en la cabeza, un día de estos le voy a pedir una conversación", y yo le
decía, “que va, usted no está loco, usted es un genio".
Aun sabiendo que me falta saber algo, seguir en conexión con Oteiza me llenaba de
vida, empecé a escuchar música vasca, a bailarla, a conectarme con el poder curativo
que hay por debajo del misterio de los vascos y que había ayudado al reequilibrio entre
los mundos desgarrados de ese muchacho psicótico, así me enteré que Jorge Oteiza era
famoso en ciertos circuitos de artistas e intelectuales y encontré algunos relatos y
reportajes después de su muerte hablando de su increíble obra. Todo empezó a cobrar
una velocidad inusitada.
Le escribí a mi amiga Ahimsalara, que hasta ese momento no le había preguntado nada,
ella es una mujer muy especial que lidera en España un grupo de mujeres también muy
particular, había llegado el momento de recurrir a ella.
Le escribí simplemente preguntándole: "¿Qué sabes de Oteiza?".
Inmediatamente me respondió dándome el e-mail de una periodista que trabajaba en el
diario El País y diciéndome: “Ella es vasca, te va a ayudar".
Enseguida la periodista me envío tres nombres de diarios y revistas especializadas.
En una de ellas, en una nota especial que le hicieron, en una letra pequeña, pequeñísima,
debajo de todo se leía: Jorge Oteiza, uno de los tres fundadores de la ETA, que al
convertirse en partido armado, fue expulsado por su oposición a la violencia, después de
dar una declaración pública, acusando a los que asumieron la lucha armada como
criminales.
Había encontrado algo que me daba completa claridad acerca de mi comienzo de la
búsqueda. Había encontrado un fundador de la ETA, alguien que había dado sus manos,
su cabeza y su corazón para que el olvido no devore la hermosura, para que cada pueblo
y cultura sea apreciado como parte de la vida, y para que todos podamos beber de la
esencia que flota en el vacío.
Entonces me parece que esto es lo que también aportan los Órdenes del amor, con sus
construcciones estructurales y sus movimientos del alma a una Gestalt espiritual, apoyar
la tarea vital de dejarnos llevar evolucionando sin interrupción por donde la energía nos
mueve.
Cooperando con un modo de estar en el mundo donde la búsqueda infinita por la
completitud se dirija al encuentro de misterios que cobran un significado único y
envolvente. Diferentes y hermosas formas de los besos de Dios.
Para todos un abrazo de piedras sobre piedras bailando a los vientos llenas de vacío.
Para todos la luz para todos todo
Graciela Cohen