25/10/2007

LAS MURGAS Y LA TERNURA DEL ADIOS LA FUERZA DEL FINAL


Todas las corrientes terapéuticas y cada una de las tradiciones en las que el trabajo de la conciencia es relevante sintonizan en la praxis con una consideración básica: rescatar los finales de la muerte. Orientan a su gente en el saber que quien incluye el final en la conciencia conoce algo especial para vivir. Construyen su tramado con la noción de que para que se dé un nuevo paso, lo anterior debe haberse disuelto, así lo posterior existe como nuevo. O sea que no se trata de un cambio sino de la incorporación y reincorporación en la conciencia de la fuerza del tiempo y sus poderosas cualidades. De este modo el eterno retorno de un nuevo lugar se vitaliza, nos hace más grandes, renueva nuestra sensibilidad y nos regala una plenitud de posibilidades.

Y así como que el blanco es blanco y el negro es negro, todos sabemos algo que es de todos y para cada uno: todo comienza, transcurre y se termina. En una de sus letras, menos antigua que las enseñanzas budistas del dharma pero sintonizado indiscutiblemente con ellas, Vox Dei, esa leyenda de la música argentina nos dice: "Tenemos que comprender que no es eterna la vida, el llanto en la risa allí termina "… y así es como es todo…. Y en lo que va de estas líneas nos toca ahora decir que el X Congreso Internacional de Gestalt finalmente terminó, y lo hizo dejando una estela como dejan las murgas y lo hizo dejando una enseñanza como ellas también nos muestran: nos curamos de la locura de sentirnos solos y fuera de la vida cuando logramos despertar un sentimiento de pertenecer a la misma grupalidad.

Así como las murgas se constituyen como una comuna nómade con estilos locales y un diseño común que liga barrios, unifica banderas y balancea expresiones esenciales, así también nuestro Congreso mostró posiciones diferentes, estilos singulares y aproximaciones metodológicas particulares de un enfoque común.

Dejándonos otra vez en el Camino, realizado la tarea que a cada cual corresponda para renovar su visión y colocarnos juntos en una Gestalt de Punto Cero. Ya que no solo se trata de adoptar el enfoque como una práctica, sino de transformarlo en una actitud que requiere coraje, madurez y comprensión. Esa es la razón y el sentido para volver a juntarnos cada dos años.

Las murgas, ese fenómeno cultural que soportó todo tipo de desatinos sociales, nos da una clave: permanecer ... va permaneciendo cuando aparece en medio de la noche, transcurre y permanece, se va y permanece ... y así el presente toma cuerpo en nuestros cuerpos, el tiempo del reloj se vacía, el espacio se llena y el sentimiento ocurre. Pura alquimia en la fuerza comunitaria. ¿Y cómo se permanece? ...pues perteneciendo. En esta ocasión fui miembro de la Comisión científica donde, por casi dos años, trabajamos con mis compañeros, todos y cada uno con dedicación impecable hecha de esfuerzo interno y externo. Presenté un trabajo en un Simposio que coordiné sobre Espiritualidad y Gestalt, al alcance de los interesados en la página web de Luz de Luna, llamado “La plenitud del vacío” y dedicada a un escultor vasco llamado Jorge Oteiza y como todos, traté de contagiar aquí y allá entusiasmo por lo porvenir. Los trabajos presentados fueron interesantísimos y la comuna nómade que surgió nos mostró la vitalidad que nos envuelve.

Mi necesidad de participar se vio colmada, permanecí en la gestación del encuentro desde el comienzo hasta el final y renové mi convicción de que la pertenencia al Campo abierto del Enfoque Gestáltico contiene mi pasión, me llena de amigos con quienes sigo practicando la apertura del amor y el respeto, me ubica en la línea del tiempo al testimoniar el derrotero renovado de los más grandes y me ayuda a confiar en los que van llegando.
A las murgas como a mí, no nos gustan los finales abruptos, siempre le tuve miedo a los suspensos, tampoco los gloriosos que me parecieron un poco sin final real, los confites que caen en las cabezas triunfantes de los leones los vi un poco excesivos ... a mí me gustan los que se pueden ver .... Me llenan de la dulzura del adiós que contiene el agradecimiento como un regalo de la paciencia. Me gustan los finales que nos muestran las murgas, en ellas se ve también lo que termina. Los convierten en un principio, una espera llena de lo próximo. De ese modo ritual re-tienen lo esencial, lo dejan ver, los alargan, vuelven a los mismos pasos mientras lentamente se alejan.

Cuando comencé a trabajar para la organización del Congreso dentro mío tenía una sensación que me decía: "Salven a la Gestalt"… ahora después de los 700 compañeros en convivencia y por cuatro días puedo decir, "Bendita sea", que la existencia y la sabiduría nos ayuden a disfrutar del material recogido, las reflexiones aun frescas y ojalá que Dios quiera que la Gestalt nos salve ¡¡ella está viva, activa y brillante!! En sus redefiniciones teóricas y en su silenciosa y profunda resignificación práctica.

La dulzura del adiós nos ayuda a trascender la angustia, el miedo o la prisa con la que compulsivamente nos torturamos creyendo que el apurarnos a desestructurar es una clave para respondernos lo más rápido posible a ¿Qué voy a hacer ahora? ¿Cómo sigue? Entonces ahora nos espera un nuevo diálogo entre paciencia y prisa, entre la pasividad, con su no-interacción, y el apuro, fuente de proyecciones. Y así determinados por la unidad orgánica de la existencia, que contiene una danza interminable de realización y abiertos a tanto vivido juntos, cuando decimos adiós también como un susurro podremos decir un ¡Hola! ya que la despedida siempre, siempre, siempre contiene una bienvenida. Gracias a todos.



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