
A veces llueven flores y otras se abren los corazones y nos abrazamos todos con todos...
Acerca de los 200 años y todos en la mar.
Mientras por acá están todos “cabezas de pelota” y todo es Mamamamaradona...mama
mía...madona santaaaaaaaaa......yo me alegro con la alegría de todos, disfruto de los
comentarios de ese “dios sucio” como Galeano define a Diego Armando y escribo unas
palabras acerca del bicentenario...experiencia increíble... plena de colectividad confiada
y serena....
A veces llueven flores y otras veces se abren los corazones y nos abrazamos todos con
todo....
Acerca de los 200 años...
Así como la conciencia cuando avanza tiene la capacidad de manifestarse en su
sencillez con un aumento de sentido común, todos los Maestros de un modo u otro nos
recuerdan que una visión sensata del mundo estaría apoyada en la socialización de la
economía y una concepción espiritualizada del poder.
Muchos, luego de intentarlo una y otra vez y cada vez que se nos presenta la
oportunidad, no dejamos de preguntarnos... ¿CÓMO HACERLO?
Algunos, insistiendo con paciencia, nos acostumbramos a decirnos: “algo se nos va a
ocurrir”, como una manera honorable de hacer tiempo sin letargo.
La conclusión sin retorno es que no es al “yo personal” al que se le ocurre, ni quien lo
evita es ese masificado y evanescente engendro conceptual, que algunos denuncian
como ego, cuando algo de alguien no les gusta.
Ya sabemos, intuimos o creemos por experiencia o por reflejo que es la conciencia
colectiva quien responde a la pregunta del principio...
¿Cómo hacerlo?
¿Cómo ayudar a que el sentido común sea la base y la confianza se renueve para seguir?
Y en los días del bicentenario evidentemente la conciencia colectiva respondió
¿Cómo lo sabemos?
Cuando le preguntan a Osho ¿cómo me doy cuenta de que algo es bueno para mí?
Él responde... “la sensación de alegría y el amor creciente, cierta confianza y el deseo de
seguir”
Así de claro...y eso ocurrió durante los días del bicentenario para los 6.000.000 de
personas y sus alrededores que estuvimos cerca.
Durante los 80 y después de la catástrofe, Marilyn Ferguson, esa periodista inolvidable,
me enseñó a pensar “lo social” en términos de colectividades y de forma transpersonal o
espiritual, como quieras llamar a un pensamiento autoabarcante, abierto, comunitario,
protector e inclusivo.
Con ella confié en mi percepción de que los países son entidades autónomas y con un
movimiento libre y que cada una tiene un estilo y un ritmo, captable sin conceptos, solo
con un sentimiento y un saber. De esta visión también está hecha la Meditación
interpersonal que diseñé llamada Mi Alma País y con la que recorrimos más de un
territorio de esta Tierra.
Así supe que, como las personas, los países también sufren de condicionamientos,
debido a su historia, geografía, vibraciones atmosféricas y cuanta cosa ayuda o debilita
y determina que lo que es, sea.
Así también supe que en algunas situaciones y en algunos momentos estos
condicionamientos por un momento se trascienden colectivamente, dando lugar a lo
natural, entendiéndolo como “aquello que está libre de condiciones”.
Como ejemplo, ella me contaba cómo los ingleses un día súbitamente se sobrepusieron
a su “distancia afectiva por cualquier cosa siempre y por las dudas” y salieron a la calle
llorando y llorando de a miles y con flores, emborrachados de tristeza por la pérdida
irreparable de Lady Di. Un cambio, un salto de conciencia.
O los franceses cuando trascendieron su fobia ancestral e irracional a los negros y
apoyaron masivamente y frente a su propio estupor a un jugador de futbol negro y
necesario para completar su equipo en un mundial vitoreándolo como el héroe de la
jornada.
Pasa así, sin prensa y sin pausa, de vez en cuando, y como único indicio de que a pesar
de todo, estamos vivos.
Eso creo que fue lo que nos ocurrió el 25, trascendimos por sorpresa el
condicionamiento nacional de miedo, que a pesar de existir más allá de las
circunstancias y ser explorado, y explotado por todos los que no saben qué decir, fue
trascendido con la alegría de poder ir más allá de él.
Es así como “entramos juntos” en un terreno colectivo a una velocidad donde por un
rato, la máquina de pensar paró y una fuerza salvaje nos arrojó sin pedirnos permiso a
un territorio nuevo y fresco, capturándonos y dejándonos dentro de un espacio lleno de
ojos limpios, conversaciones verdaderas y cuerpos alegres y presentes.
Una joven brillando en lágrimas se mueve siempre hacia adelante...buscando otros
escenarios...otros cielos...
Dos jóvenes, pero no tanto, cantando canciones que no saben que saben.
En Bariloche el novio sorprende a los invitados en su fiesta de bodas pidiéndoles a
todos cantar juntos el himno nacional...todos lo hacen....
Una jueza es invitada a la inauguración del Colón, cuando sale se saca los zapatos,
atraviesa la alfombra roja y camina descalza junto a su marido, pasa una camioneta y le
ofrece llevarlos, aceptan en medio de la fiesta colectiva, dentro del coche descubren que
es la jueza que firmó el permiso para que dos señoras que están en el asiento de atrás se
casen.
Una hija.... .a las 12 de la noche del 25 de mayo del 2010...le mandó un mensaje a su
padre, contándole dónde estaba y el papá le responde a 1000Km de distancia "hija, acá
estoy también cantando el Himno, no perdamos la memoria y ¡que viva la patria!"
El sentido de pertenencia a un territorio colectivo genera un sentimiento de ligazón que
nos armoniza y serena, propiciando matrices de comunicación-comunión difíciles de
procesar teóricamente, aun así, hay algo que podemos tomar: los regalos indudables en
sus consecuencias.
Una resurrección, esa sinfonía de coros y solistas...
Es así que logra expresarse un poder no partidista y sin partido, una respuesta única a
una experiencia sin divisiones. Así lo aprendimos con David Cooper y Laing cuando
nos ayudaron a cambiar nuestros conceptos acerca de la identidad humana y la relación
entre locura y condicionamientos sociales y familiares. Ellos nos decían ¡Tomar el
poder es un acto de autonomía! por eso el poder y la libertad están unidos, por eso el
poder no tiene que ver con un partido ni un gobierno y mucho menos con ninguna
oposición a la nada, es un hecho afirmativo, optimista y revolucionario en el sentido de
re-evolucionar.
Salir del estancamiento y retornar a la naturaleza de la vida que, según nos gritan los
que saben, ¡solo quiere vivir!
...a veces llueven flores y otras veces se abren los corazones y nos abrazamos todos con
todo....
Para toda la luz para todos todo.
Viva el Alma País...
Mayo 2010
Graciela Cohen